domingo, 22 de noviembre de 2009

                      VERANO

  Tarde agosteña. Bajo la pesadumbre del bochorno
los seres y las cosas adurmiéndose van...
Es esta tarde ígnea como un inmenso horno
donde se tuesta el campo como un inmenso pan.

  Todo está ardiendo. Todo tiene un color rojizo
de trébede, de hoguera, de ara y de crisol.
El pecho de Castilla, descarnado y calizo,
para apagar su sed, bebe rayos de sol.

  ¡Piedras de los castillos, adobes de las casas,
mármoles de los templos, cera de los trigales,
oro de la leyenda y de la tradición,

   sacrosantos escombros convertidos en brasas
para los incensarios que en nuestras catedrales
ofrendan el incienso de nuestro corazón!

                                           Marciano Zurita

 

 

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