LA ALCAHUETA
Broté de una zahúrda de bandidos,
como despojo de carroña lleno,
y se meció mi cuna sobre el cieno
entre risas, blasfemias y gemidos.
De dos flácidos senos exprimidos
chupé la sangre del pecado ajeno,
y aquella sangre fecundó el veneno
de que fueron mis labios concebidos.
Sé engañar a doncellas y a galanes,
preparar lechos, atisbar zaguanes,
curar esposas y burlar esposos.
Soy una vieja hipócrita y ladina,
y, en estos menesteres licenciosos,
el vulgo me da un nombre: Celestina.
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