domingo, 8 de noviembre de 2009





LOS OJOS DEL HUERFANITO


Más que sus pálidas carnes,
ateridas por el frío,
me causan honda amargura
los ojos del huerfanito.


Son unos ojos azules
luminosos y tranquilos,
con inquietud de luceros
y solemnidad de cirios;


ojos llenos de sonrisas
y llenos de regocijo,
como hechos para las cumbres
y no para los abismos;


para ser aurora, no
crepúsculos vespertinos.
Menos los ojos, todo es
muy triste en el pobre niño,
tristes son las manos blancas
sus blancas manos de lino,
que no acariciaron nunca
con sus rosados deditos
el misterio de un juguete
ni las páginas de un libro;


tristes sus labios, que nunca
gustaron agradecidos,
ni besos como los hombres
ni dulces como los niños;
y su frente donde nadie
puso ternuras y mimos,
y su corazón, que dentro
de su pecho es como un nido
donde jamás gorgojeara
el ruiseñor del cariño.


¿Por qué, pues, si todo es triste
en el pobre huerfanito,
sus grandes ojos azules
luminosos y tranquilos
están llenos de sonrisas
y llenos de regocijo?


¡ay, cuánta pena me causan
los ojos del huerfanito!

Marciano zurita


1 comentario:

Unknown dijo...

Me parece todo un canto a la inocencia de la infancia. Qué pena que se pierda tan pronto....